La minería el principal soporte económico de la región sigue manejándose de forma artesanal.
Con el último hecho ocurrido en días pasados en una mina del municipio de Gámeza, donde dos mineros perdieron la vida y dos más resultaron con quemaduras de segundo grado, asciende a 32 el números de víctimas mortales que dejan los accidentes al interior de socavones en el departamento de Boyacá en lo corrido del 2012.
Con estas cifras nuestro departamento, junto con Antioquia, tristemente lidera las estadísticas de las regiones donde más se reportan accidentes y muertes al interior de las minas en el país.
No existe en Colombia la cultura de la prevención y el seguro en el campo minero para prevenir accidentes de trabajo. Si se cierra una mina legal o ilegal frente a un accidente de trabajo, a la vez se abren otras más y sin control estatal. “La tecnología de la minería bajo tierra en Colombia está atrasada considerablemente”.
Al problema de inseguridad se suma la caída del precio del carbón que ha traído cierre de minas y despido de trabajadores. Aunque no hay cifras oficiales, en Boyacá hay unas 1.600 bocaminas, que generan cerca de 6.000 empleos, muchos de los cuales han desaparecido en los últimos meses, sin embargo, y a pesar de la crisis, a la Agencia Nacional Minera siguen llegando peticiones de títulos para explotar carbón.
La indiscriminada explotación de los recursos, ha hecho que cada vez más se afecten las zonas de páramo y sub-páramo, lo que ha producido que se alteren los ecosistemas en las zonas amortiguadoras y de recarga hídrica. La minería en Boyacá ha terminado por generar graves consecuencias negativas al ecosistema, principalmente porque se desarrolla de manera ilegal.
Los pequeños mineros afirman que los intermediarios son los responsables de que el carbón no sea un negocio rentable para ellos, si dejan su actividad no pueden encontrar trabajo fácilmente en otro oficio, pues no están preparados, ni conocen otro sector, y pasan a engrosar las filas de desocupados.
Según Fenalcarbón, las reservas de carbón en Boyacá, Cundinamarca y Santander ascienden a aproximadamente 2.000 millones de toneladas, una riqueza que al final le sale cara al departamento.